4 nov 2009

La responsabilidad de vivir en un presente poderoso

En la época actual, el hombre tiene un poder inmensurable, que surge de los avances y desarrollos tecnológicos obtenidos mediante la curiosidad y ansias de poder. Es un poder grandísimo sobre las cosas y los hechos. En fin, un poder que resulta imposible de limitar solamente a los efectos que tiene en el presente. El hombre de hoy vive con este poder sin darse cuenta de lo que es capaz de provocar al futuro, y esta ignorancia es una verdadera y real amenaza, para la subsistencia del planeta mismo y también de los seres humanos, como también para su entendimiento como seres humanos. Es una amenaza que pone en peligro la identidad del ser humano como ser racional y lógico, capaz de hacerse consciente de sus actos y hacer algo al respecto.

Frente a esta amenaza, este miedo a causar más daño del que se pueda soportar o sobrevivir, es que Hans Jonas nos propone acompañar este desarrollo frenético a un principio fundamental, que nace con la capacidad del hombre de hacerse consciente de que sus actos son fruto solo y exclusivamente de lo que él hace, el principio de responsabilidad.

Un principio que nos ayudaría al momento de pensar que el desarrollo tiende a infinito y donde los intereses personales chocan con la ética y la moral. Un principio que serviría de guía, que encausaría los desarrollos y el conocimiento hacia un fin mejor y más saludable, más seguro para el ser humano y para el planeta.

Y bajo el amparo de esta responsabilidad hacia el futuro, hacia el mismo ser humano, hacia el planeta y hacia la conservación de la ética y la moral, es que se vislumbraría una salvación, una luz al final del túnel donde el día de hoy la sociedad y el futuro se hallan.

El cambio de la ética y el principio de responsabilidad

Se entiende por ética el “conjunto de principios y normas morales que regulan las actividades humanas”₁.

Como se ha observado a través de la historia la actividad humana ha cambiado. Y no solo en el sentido práctico de la palabra sino que ha cambiado el fin de las actividades, los intereses tras esas actividades y la forma de realizar éstas.

Proponiendo un ejemplo bien simple, en la época antes de los grandes imperios, un campo era cultivado para obtener comida. El fin fundamental del cultivo era tener alimento para no morir de hambre, y se cultivaba solo aquello que se necesitaba. Se rendía honores a la tierra y se la respetaba por proveer aquello que se necesitaba para no morirse.

El impacto que este cultivo podía tener a nivel global es nulo. Quiero decir, las plantas eran también las plantas que se daban naturalmente en el lugar, y no podía ser extensiones de terreno extremadamente grande, porque el agricultor no tenía capacidades extraordinarias.

Hoy en día, un campo es cultivado para obtener de él un producto determinado que produzca ganancias en el negocio. Aquello que se pretende es producir siempre más, por lo que siempre se cultiva dependiendo de la demanda de tal o cual producto, y no aquello que la humanidad necesita realmente. Y la tierra es considerada un limitante para la buena producción, y por esto se le agregan fertilizantes, insecticidas, tubos para irrigación y una infinidad de cosas que erosionan el terreno, que luego queda inutilizable por bastante tiempo.

Los cultivos de hoy en día son potencialmente un peligro para el medio, ya sea por el impacto químico (los fertilizantes) o biológico (insecticidas y súper-especies de plantas que compiten contra las especies salvajes), ya sea por la contaminación no solo del suelo si no que del aire y del agua. Las porciones de terreno cultivadas representan grandísimos territorios que desplazan el curso natural de las cosas (bosques, cursos de agua, praderas, etc.), y todo esto es posible gracias a los avances tecnológicos que van orientados a abarcar más terrenos y a producir siempre más y más.

Admitir este cambio en la actividad humana, nos obliga a admitir que la ética debe ser una distinta. La ética hasta hacia un tiempo, estaba centrada principalmente en el hombre y sus consecuencias inmediatas, dejando las consecuencias en el futuro lejano al destino. Además de esto estaba centrada más en la esencia del hombre que en la capacidad transformadora del mismo. Esta ética no responsabiliza a nadie sobre las consecuencias de los actos que no sean contemporáneos al hombre que vive.

Pero ahora bien, considerando la magnitud de la acción humana actual, de las consecuencias que pueda tener en el futuro, de lo peligroso que puede ser el no responsabilizar a nadie de lo que hoy nos toca vivir, es necesario un cambio en la mentalidad, un cambio en la ética, y que esta aborde temas que antes no se abordaban, como la responsabilidad del futuro.

Son necesarias normas y principios que regulen y encaucen el desarrollo del ser humano, que lo conduzcan por un camino en donde el mañana sea un mundo habitable. Y por ende una ética que se centre en la responsabilidad, en hacer al hombre consciente de sus actos y responsable de cada uno de ellos, y de sus consecuencias inmediatas y posteriores a su muerte también. Esta responsabilidad debe de ser fundamental en el nuevo concepto de ética, debe de ser uno de los principios más que fundamentales.

Pero de esto pueden surgir dudas ¿Porqué necesitamos hacernos responsables? ¿Es que la naturaleza no soporta la acción humana? Pues la respuesta es no, la naturaleza es absolutamente vulnerable a la acción del hombre contemporáneo, y el hombre contemporáneo es: todos nosotros. Esto es difícil de dimensionar, pero es necesario. Cada uno de nuestros actos, como sociedad y como seres humanos es causa inevitablemente de consecuencias que no alcanzamos a vivir. Por ejemplo, considerando un país que instala una central nuclear, con vida media de 50 años, quien la instaló, probablemente no viva el desmantelamiento de la misma, y muy probablemente no vivirá las consecuencias de los residuos radioactivos que esta desecho en su funcionamiento, cuyos efectos perduran por muchos años, incluso después del desmantelamiento de la misma central.

Todos sabemos que los daños que producen los desechos radioactivos son terribles en el medioambiente, y que pueden provocar catástrofes. Es por eso que es necesario incluir en la ética el principio de responsabilidad, haciendo las cosas con una mirada hacia el futuro, y los efectos que puedan causar en él nuestros actos de hoy. Pero no hablo solo de una mirada vaga y superficial, donde solo se estudien las posibles consecuencias de los actos sin verdaderamente tomar enserio que aquellas consecuencias son causas de nuestros actos.

Por eso es que Jonas nos propone una máxima del tipo “Incluye en tu elección presente, como objeto también de tu querer, la futura integridad del hombre”₁, donde nos invita a pensar en el futuro, e integrar en nuestro diario de vivir la conciencia de que nuestros actos tienen repercusiones.

Hombres que miran al futuro

Como bien dice Hans Jonas, es necesario un cambio radical en el hombre. Un cambio en su cultura y lo más profundo de su pensamiento, y que en él se ancle un sentido de responsabilidad hacia el futuro, hacia la prosperidad de las generaciones futuras. Un sentido de responsabilidad que debiera estar presente, pues el ser humano, como todo ser vivo, vive de los impulsos que lo llevan a reproducirse y procurar la permanencia de su especie en la tierra. Si el ser humano no incluye en su modo de accionar y de pensar las cosas un sentido de responsabilidad sobre sus actos, nadie asegura que el mañana sea un mundo habitable.

Debe ser un cambio profundo que parta desde hoy, en la educación de nuevas generaciones y un cambio también en la mentalidad de las generaciones actuales. Nadie dice que es fácil, pues como se sabe, un cambio de mentalidad no se da en un día ni en un año. Lograr convencer a la gente de que la tierra era redonda, costó muchísimo.

Hans Jonas es un hombre que se atrevió a mirar al futuro lejano con objetividad, y ocuparse de que no ocurriera aquello que él había visto. Hombres con un sentido de responsabilidad tan grande como él son pocos, y sus frases son recordadas y repetidas, como por ejemplo “[…] Intentad dejar este mundo un poco mejor de como os lo encontrasteis y, cuando os llegue la hora de morir, podréis morir felices sintiendo que de ningún modo habréis perdido vuestro tiempo sino que habréis hecho todo lo posible […]”₂, pero son frases que para la sociedad actual son solo clichés, y no verdaderos lemas, son adornos del lenguaje, pero no algo que ponga en práctica. Y es precisamente la práctica lo que hoy en día el futuro necesita


₁Ética: pequeño Larousse ilustrado, edición del año 2002

₁ “El principio de responsabilidad”, Hans Jonas pág. 40

₂ Frase de Robert Baden Powell, fundador de los scout

Funtes:

“El principio de responsabilidad”, Hans Jonas