4 dic 2009

Noche de locos

Regresa el mar a su orilla, y la brisa suave acaricia la arena. Una ligera neblina, una cierta humedad, inunda el aire de mi cabeza.
Altas las nubes se pasean, vanagloriandose de sus gigantescas formas esponjosas, se pasean sobre el bosque verde, bosque mojado, bosque de mi alma.
Soledad, desolación. Como el desierto infinito de mi corazón. Corazón oscuro, corazón marchito. ¿quién será el próximo en darte alivio?
Alivio pasajero, alivio fugaz. Luego se van, como aves al viento, como barquitos de papel en un oceano inmenso.
Noche de locos. Noche de locos en que te recuerdo, y reviven mis pesadillas profundas y ocultas. Pesadillas de soledad, de lujuria.
Pesadillas en que te veo sereno, sentado en el trono echo de cristales rojos, cristales rojos de mi corazón roto. Pesadillas en que vuelan al viento tus recuerdos, y yo corro tras ellos, tratando de recuperar tu aliento, tu abrazo... tu ausencia.
¡insensato! ... que crees que puedes atormentarme en mi propio sueño, en mi propia mente. Y sin embargo cada noche, noche como esta, noche de locos, regresas.
Regresas como el mar a la orilla, y te paseas, trayendo como trofeo mi cordura por el desolador paisaje de mi inconciencia.

Pero debo decirte, que al final no ganas ni pierdes. Ni soy yo la victoriosa. Porque al despertar nada recuerdo de tus torturas. No puedo verte, oirte, recordarte... y sin embargo, continuas allí, en ese lado oscuro de la luna... imposible de divisar... pero allí, al fin y al cabo... allí...