30 sept 2011

Ser feliz

A lo mejor es que aprendí a ser feliz con los segundos que me regalas, segundos en los que no importa si la audiencia es una multitud o solo nuestras sombras, en los que me otorgo el derecho de olvidarme de todo menos de ti, segundos en los que soy capaz de cerrar los ojos y sentir que solo existe un tiempo para mi y para ti, que es ahora, este instante. 
A lo mejor es que aprendí a ser feliz con tus caricias, con tus suaves besos repartidos por toda mi piel, con tu dulce mirada, con tu aroma fresco, con tu cuerpo, con tu espalda, con tu cuello, con el surco de tu oreja. 


A lo mejor es porque simplemente aprendí a ser feliz contigo que hoy, sola, sonría despacito... y cierre mis ojos buscándote en mis recuerdos, tan vívido. Vistiéndote de desnudez y jugando con la mía. Imaginando los sabores, que como lazarillos me llevarán finalmente a dar contigo, a tu centro, en mis sueños, en tu mente.




27 sept 2011

Incomprensible

No habrá planes para aquel ocaso, tampoco habrá razones. Ya no habrá excusas ni esperas. Solo luces que titilen distantes y el ruido lejano de la ciudad que cansada comience a morir. El corazón arrastrará un cauce violento desde mi pecho hacia mi vientre, en mi cuello danzará el crespo pelo mio. No habrá sedas ni velas para aquel atardecer, solo luz mortecina de la bombilla de bajo consumo. Y no habrá olores deliciosos, solo olor a miel. Me vestiré de azúcar y nadaré en un océano de ron, despacito, llegando a la costa. Pisaré la arena de la playa y marcaré mis huellas con sangre roja y pétalos de gerbera color carmín. Andaré descalza porque no hará frío, y cada vez que roce el aire, a lo lejos el volcán irá temblando, tensándose, alzándose, lentamente... hasta que explote potentemente con ardiente lava hacia el interior del inconsciente. El calor abrazante me presionará como la  boa constrictora, sin escapatoria, hasta que estalle también desde la pelvis al esternón, este cuerpo mio que no se aguanta ni las ganas. 


Herman Pinto Pabon

24 sept 2011

Ellas

Perdidas en un mar de gente, ellas van de la mano. No se buscan con la mirada, no se llaman despacito, simplemente van de la mano. Navegando entre las personas, entre tantos ojos que las vigilan, pero ellas van tranquilas, paso a paso y tomadas de la mano. 
Y no importará cuántas veces las miren así, seguirán con sus manos enlazadas a pesar de las hirientes caras de incomprensión, a pesar de los gestos de rechazo, a pesar de que el mundo se les venga en contra. Porque si se soltaran de la mano, entonces el cielo se les vendría encima, porque entonces la vida ya no tendría sentido, porque al menos tomadas de la mano, el rechazo del mundo se hace soportable, porque al menos tomadas de la mano, tienen una razón en la vida para sonreír.


20 sept 2011

La loca

Se resbalan dulces palabras desde las bocas, susurradas como la brisa. Y caen lentas en la piel y por los ejes. Mancha la tinta, sin remedio, la carta con las cosas que no se dijeron. Avanza irremediablemente segura hacia las confesiones y ahoga la verdad. 
Y la que escribiera aquellas letras abandona una lágrima sobre el líquido derramado. Luego abre la ventana y escapa, va hacia las nubes, porque estar allí la reconforta. Un hogar ligero y volátil, temporal y embustero. Con el humo se inventa nuevos mundos, moldea días, besos y cuerpos. Luego baja y en su escritorio yace aquella carta asesinada, y llora. Se escandaliza porque dentro de ella florece un sentimiento y se sienta de nuevo, entre la amargura y la soledad a despojarse declaraciones falsas. 
Es cuando los semblantes amorosos asedian su confundida cabeza, mirándola con bocas suaves, con ojos risueños, con manos amigas. Entonces en su desesperación abre sus venas y descubre dentro de ella el olor nauseabundo del engaño, todo revienta, todo explota, todo acaba. Solo restan dolor y ausencia. 

15 sept 2011

Las mañanas

Despertar despacio. Refugiarme en sábanas y sol de mañana. Apenas respirar. Aferrarme al sueño como a la vida, con el peso muerto de mi cuerpo ligero. Que su olor por la mañana, que su abrazo que me falta, que la casa vacía, que las ganas de nada. Suenan notas de nostalgia de las cuerdas de esta guitarra agridulce, cadera, cintura, pulso y canción. Escalofrío innecesario, sonrisa inevitable. Mis manos que imaginan su piel cálida. Que café pa' levantarse, que chocolate para endulzar, que un viaje a venus para el ánimo, que una ducha para empezar. Y mi boca busca en mis rodillas un calor, me cubro de una nueva desnudez, pasan las horas y el peso de mi obligo me impide volar. En mi pelo se enreda el silencio suyo y amarro mi corazón al catre, pa' que no se me vaya a escapar. Que café pa' levantarse, que chocolate para endulzar, que un viaje a venus para el ánimo, que una ducha para empezar. Luciérnagas como chispas van girando a mi alrededor, me caminan por la columna, por el cuello, por el vientre y el esternón.  




Recuerdos y pasajes

Recordarlo mientras el café humea y el chocolate se derrite en mi boca, recordarlo y sentirlo en la memoria tan cerca, tan cálidamente cerca.


Pasajes de ida y regreso a Venus, maravillosamente cierto.

9 sept 2011

Libertad

En el silencio hay palabras que solo el viento conoce. 
Habrían de pasar muchos años antes de que Maira se decidiera a leer la carta de Gastón. Cuando él se la dio, le dijo claramente léela sólo cuando sientas que estas preparada, quizá cuando me ames más que nunca... o todo lo contrario. Estaban juntos... por última vez. Habían pasado meses maravillosos juntos, pero el destino quiso que esa fuera la última vez que se vieran. Ella en primera instancia no le dio mayor importancia a aquella carta. No solían llamarle la atención a ese tipo de cosas, flores, poemas, chocolates. Simplemente los recibía cortézmente y los amontonaba en algún rincón. Pero cuando Gastón desapareció, atesoró esa carta como nunca había atesorado otra cosa. Su corazón quedó detenido en aquel recuerdo, aquel beso de despedida, tan sutil, tan triste. Y siempre sonaba en su cabeza esa letanía "...cuando me ames más que nunca... o todo lo contrario".
Habrían de pasar muchos años antes de que Maira se decidiera por fin a vencer el miedo, a amarlo como nunca lo había amado, a romper el sello, a leer aquella carta. 
Al leerla lloró, lloró con ojos contentos, ojos felices. Sonreía suavecito. Una que otra lágrima se escurrió por su pecho, otras cayeron al papel. 
Con delicadeza infinita dobló la carta, la apretó fuertemente contra su pecho y respiró hondo. Su piel joven se hizo más radiante y sus ojos brillaron con fuerza. Recobró toda la energía que en aquellos años parecía haber perdido. Se levantó de la silla y con la carta aún en la mano decidió partir. 
Horas más tarde Maira se encontraba ya lista para huir, sus pocas pertenencias las guardó en una mochila, tomó un poco de pan y lo echó en el bolsillo de su abrigo raído. Sintió que su corazón latía más fuerte. Finalmente, soltó todo lo que la amarraba a aquel lugar, abrió la puerta y vio el sol radiante que le sonreía. Fascinante , pensó, así debe de sentirse el ave lanzada al vacío, y que por fuerza debe aprender a volar. Y se marchó a la vida, pisando la arcilla del camino. 

6 sept 2011

sonrisas, silencios y sol

Su sonrisa sencillamente me lo da todo. A veces pienso que él se comió el sol, su mirada cálida entibia suavemente mi corazón, despacito... Los momentos, los segundos, pasan inconsistentes entre nosotros, y a dos metros, el minutero sin piedad da vueltas y no se detiene. Para siempre quedará la voz suave de la ciudad, la calidez de aquella tarde primaveral, el canto del agua, el abrazo suavecito, la caricia inevitable, el beso oportuno, el silencio necesario, de quienes más que decírselo todo, prefieren  susurrarlo entre acordes y cuerpos acurrucados, disfrutando de la juventud, de la brisa y los olores que trae con ella. Se esculpe en la memoria el recuerdo que constantemente me hace reír. 
Pupilas de café recién preparado, quisiera lentamente envenenarme con tus labios, dulce humor que esconde tu boca, me despierta, me alivia... y de a poco me vuelve loca.

1 sept 2011

Somnolencia

Escribo a destiempo, con el segundero quitándome el día. El torbellino de locura vomitado por mis dedos azotando un teclado que poco y nada tiene que ver en el asunto. Los párpados no pesan cuando el día tiene una razón, pienso para mi, mientras duermo y debiera estar ahí. Contradicción. Moví el escritorio y hallé polvo y un lápiz que había perdido, yo solo buscaba una piedra semipreciosa. Además que ya tengo lápiz, porque cuando lo perdí lo reemplacé. Es una suerte que se pueda hacer eso con los lápices, a las personas no se puede llegar y reemplazarlas así como así. Pero que va, el reloj ya se comió un porcentaje de mi día y yo solo quería despertar...