La locura y las ganas de escribir

Hoy no tengo ganas de escribir nada, asi que mejor no escribiré nada.
No quiero incomodar a nadie si, pero tendría que estar loca para escribir el día de hoy. 
Si, tal y como suena... LO CA. Porque si escribira hoy, diría por ejemplo que estoy locamente enamorada. ¿Pero a quién ha de importarle eso?. Sin embargo no escribiría a menos de que estubiera loca loca. Y pordía escribir por ejemplo que la pasión que arde en mi es tal que siento a veces que me quemo por dentro. 

Pero no, esto no es una declaración ni mucho menos. Es solo que hoy no tengo ganas de escribir.

Revelación del corazón...

A veces olvido que los rios siempre llegan lejos. 
Que en su aparente serenidad llevan torbellinos de confusión. 
Que son salvación del sediento que con una copa recoge un sorbo.
Que por las noches algún Búho sobrevolará su rivera, 
y por las mañanas alegres golorndinas jugueteraran en sus orillas.


A veces olvido que los rios de aguas serenas llegan lejos. 


Muy lejos.

Espera

Esperar y esperar. Minutos que parecen siglos.

Eso es esperar.

A veces me encuentro sola. Y me descubro pensando en él.

Solo en él. Son eternos momentos en que pienso y nada más.

Y espero.

Espero el minuto en que las horas sean solo nuestras. Solo mías. 

Horas completas que se hacen minutos. 

Eso es amar. 

Y amar con fuego es pecado mortal. Todo arde y el corazón se consume.

Entonces resta esperar. 

Y me desespera la idea infinita de la eterna espera. Me vuelve loca.

Y podría encender una llama con la mirada.

Se apodera de mis labios aquella sensación incontrolable.

Violencia y sangre.

Nada más que jirones de piel por cada respiro. Por cada verso.

Y por cada minuto.

Pero vuela mi quetzal, vuela lejos y me abandona a mi misma. 

Solo me deja aquí su ausencia magna y profunda. 

Como el llanto de mi pecho. El llanto de mis manos.