Al final y en el fondo, sabías que estábamos solos. Solos frente al mundo, solos frente a nosotros mismos.Así desnudos, enrredados entre las sábanas viejas, en aquel lío de sensaciones, estábamos más solos que nunca. Enfrentando al mundo con nuestra desnudez, con nuestra pequeña e inconcebible verdad de sabernos los más felices. Acariciandonos despacito, con esa respiración ligera de quien sonríe tras haber satisfecho su deseo.
Pero solos, en nuestro rincón, olvidándonos del mundo, de los tiempos venideros, riéndonos de la promiscuidad, riéndonos del amor.
Entre algunos suspiros fui dejando mi adios. Porque estábamos solos, y después de esa tarde, estaríamos más solos que nunca, pero ahora cada uno con el silencio suyo, y la ausencia, con la soledad meciendo tu cama y rozándome la piel.