17 jul 2013

El valor del vacío

Cuando descubrí que en la sociedad actual un papel en blanco tiene mas valor que un papel escrito, me di cuenta de lo mucho que ha cambiado la cultura. Es por lo que consideramos que los niños son mas importantes que cualquier otra edad, es la potencialidad, la oportunidad del todo, "emprendimiento"... el creer que podemos partir todo de cero sin mirar atrás, creyéndonos invencibles, inmejorables, el fin de la evolución por vivir en el presente.
¿En que momento el anciano dejó de ser el sabio? ¿En que momento la experiencia se volvió solo parte del curriculum y no algo que te hace mas valioso como persona? ...
Tantas veces se ve que cometemos los mismos errores, por no pensar en lo que se hizo antes de hacer. Querer partir de cero, es olvidar de donde vienes, es borrar parte de ti mismo. No tener historia es imposible, nos mienten. Pero hoy en día la historia no tiene valor... ¡si hasta querían reducir las horas de enseñanza en esta materia a los estudiantes de colegio!.

Es que nos enseñan a mirar al futuro, nos hacen creer que podemos tener grandes sueños, que podemos lograr grandes cosas ¿y para qué? para entrar en el sistema y darnos cuenta de golpe y porrazo que si no tienes lucas o pitutos no logras nada. Que si no tienes buena presencia y hablas mal, entonces mejor te consueles "con lo que hay". Nadie nos habla de lo que siempre ha pasado, de lo que pasó antes. Nadie nos habla de las revoluciones que nacieron desde abajo, de la gente anónima que en masa logró grandes cosas... No. Siempre nos hablan de los grandes próceres, de los líderes, como si ellos fueran la revolución, pequeños caudillos que dieron su vida por un noble ideal, sufrieron demasiado por todos, murieron por todos, siempre nos hablan de Jesús, del Che y quisiéramos no ser ellos, entonces olvidamos el pasado. Creemos que porque nos enseñaron a mirar el futuro y dale valor a las cosas vacías, vamos a tener buenas ideas, sabremos que hacer frente al papel blanco que tanto valoramos. Y nos enseñaron a no valorar el presente, llenándonos constantemente de sutilezas y banalidades que copan el día, pensando en el futuro. Entonces la desilusión grande corre por nuestras venas, la inhalamos constantemente. En nuestros padres, madres, el kioskero, el micrero, el feriante, el profesor, el auxiliar, el funcionario, el paco, el guardia del metro, el vendedor de la farmacia, el empacador del supermercado... nosotros mismos. Viviendo una vida que solo mira lo que no existe, lo que está por ser, porque no es capaz de enfrentarse a lo que vive ahora. Nunca leímos la hoja escrita que nos lo advertía, elegimos la hoja en blanco. Y ahora no sabemos que hacer.

15 jul 2013

El momento en que dejamos de existir

Toda nuestra existencia se volvió un punto en el espacio. No había nada. No hubo angustia, no hubo llantos, ni gritos. Todo se apagó de repente. Entonces nací de nuevo, en el mismo lugar donde me había dejado mi antigua vida, con la misma compañía, con la misma historia, las mismas preocupaciones. Nací de a poco, fui viendo la luz. Sin entender nada comprendí que estaban ahí, no para mi, pero ahí estaban, para ellos, independientes de mi. Recordé cosas, vagas. Supe mi nombre y quien era, lo que estudiaba, lo que me gustaba, mis sueños... Supe entonces mi máscara, en la que estaba enjaulada. Descubrí que había cosas que debía hacer y cosas que no debía, otras que podía y otras que no. Encontré límites y encontré sinfines. Al principio tuve miedo de estar sola, porque estaba comprendiendo por primera vez que tenía una vida, como un pequeño sendero armado en un bosque, pero nada ciertamente determinado. Había muchos errores, decisiones mal tomadas, miedos. Había también risas, momentos alegres, perdones y buenas decisiones. Entonces decidí no caminar sola, aunque sabía que el estaba allí para él, le pedí que me acompañara, desde su camino, el mio. No había forma de que camináramos el mismo camino, pero así estábamos, tomados de la mano, cada uno en su camino.
El calor de su mano me recordaba una vida anterior, de lo que tuve que aprender para vivir otra vez. Sensaciones de pasión, de complicidad. El amor... que bello reconocerlo en los ojos de quien amas, por última vez, por primera vez.
Extraño es comenzar a vivir una vida ya vivida, una vida que ya es, una vida que fue y desde ahora será, marcando un inicio de un fin que nunca fue sino solo para mi.
La conciencia se volvió densa y pegajosa, entonces difusa y complicada. La vida se volvió una pluma mecida por el viento, cayendo despacio. Suave devenir, azar. Al final me fundí en un abrazo tibio, quedé inmersa en ese olor familiar, preparada para una vez más, afrontar la vida que se viene por delante. Un día a día que cansa, agota, merma... pero que al final siempre resulta ser mejor que nada.