29 sept 2012

"Mi decisión"



Sabía muy bien a lo que iba. No había sido fácil tomar la decisión, sin embargo sentía que era lo mejor para ella. Vivía actualmente sola, sus hijos ya no la visitaban. El trabajo, sus propios hijos, las familias. Finalmente todo la había desplazado a tercer plano. Marcos había muerto hace años. Preparaba la maleta para el viaje, decidió llevarse un par de aros que Marcos le había regalado en sus años mozos, su anillo de matrimonio, algo de ropa. Guardó en su maleta su vestido de novia, no sin antes simular que lo tenía puesto y revivía aquella maravillosa noche de bodas, en que el vestido fue definitivamente lo menos importante. Le dolían los huesos, cada paso era una articulación que se quejaba. Su respiración era lenta y tortuosa. La contaminación de las ciudades se había vuelto tan espesa que era imposible a su edad no tener los pulmones resentidos. Guardó en su maleta también un diario de vida de cuando era adolescente, lo hojeó un poco y rió, recordaba todas esas cosas y más. Puso un par de fotos de sus hijos, unos cuantos dibujos de cuando habían sido niños y un par de souvernirs que le habían traído de sus viajes. 
Cuando acabó, revisó que todo estuviera en orden, paseándose lentamente por su casa. Cortó el gas. Se sentó junto al teléfono y llamó una a una a todas aquellas personas que consideraba importantes. Les contó que había decidido irse de viaje, que no sabía cuándo volvería, uno a uno les repitió que los quería, que no la extrañaran, que finalmente era lo mejor. Algunos no pudieron responderle, otros lloraron, otro trataban de convencerla de que no era el momento, pero ella siempre les decía que tenía ganas de conocer, que ya era hora, que se sentía mejor así.
Partió con su maleta hacia la puerta. Agradeció los adelantos de la tecnología, la maleta parecía pesar no más de 1 kg. Cortó la luz de la casa y un poco en penumbras vio la foto de Marcos sonriéndole. Soltó una lagrima, con una sonrisa de esas sinceras en su cansada y vieja cara, con una mano acarició la foto. "ya voy" susurró. Cerró la puerta y se subió al furgón que la esperaba. Era un furgón de la misma empresa que ofrecía los viajes. Los otros pasajeros eran también ancianos, la mayoría solos, con sus maletas. Todos con tranquilidad se miraban y sonreían, miradas profundas, llenas de vida. Al llegar al lugar los recibió una enfermera muy amable, los hizo pasar a un hall bien iluminado. Llegaron unos jóvenes a buscar las maletas.

¿tarjeta de identificación? - gracias. ¿su boleto? - muchísimas gracias. - que tenga un buen viaje. 
Los llevaron a una especie de avión, de asientos muy cómodos. 


Buenos días, les habla el Dr. Fontobé. Les doy la a todos una cordial bienvenida al programa "Mi decisión". Estamos agradecidos de que nos hayan elegido a nosotros para este gran paso en su vida. Recuerden que esto es absolutamente voluntario y si alguno fue obligado a venir, puede en este momento bajarse del avión y hablar con nuestro personal, le ofreceremos ayuda y apoyo. Muy pronto las enfermeras pasarán por los pasillos repartiendo un pequeño snack.No olvide que puede rechazarlo si lo desea, en ese caso, podrá hablar con alguna de las enfermeras para que lo ayuden a bajar. Espero, para los que decidan quedarse, que tengan un gran viaje. Hasta pronto.
Las enfermeras comenzaron a pasar repartiendo pequeños pastelillos y un vaso de agua, siempre con sonrisas amables. "¿a donde vas tú?" le preguntó la señora que estaba sentada a un lado de ella, "a reencontrarme con Marcos" le respondió, soltando otra lagrima y con una gran sonrisa. "¡Genial! yo voy a reencontrarme con mi Pedro, te deseo lo mejor" se sonrieron y se tomaron de la mano. No se conocían, pero iban a vivir esta última experiencia juntas, así que se apoyaron la una en la otra. El pastelillo era bastante colorido, un trozito de frutilla arriba, un poco de crema, chocolate. Ella eligió ese, porque le gustaban las frutillas. Le recordaban su infancia, su noviazgo con Marcos, cuando los niños estaban chicos. Hace tanto que no comía frutillas, el médico se las había prohibido hacia varios años. Estaba delicioso, tomó un sorbo de agua y miró a su compañera. No sabía su nombre, ni quien era. Pero se miraron y eso fue suficiente. Tomadas de la mano se acomodaron en los asientos y lentamente se fueron quedando dormidas. 

Hasta que finalmente, comenzó aquel viaje. Y sus corazones fueron lentamente dejando de latir y lentamente, dejaron de respirar. 


 "Somos dueños de la vida que elegimos, pero... ¿lo somos de nuestra propia muerte?"

28 sept 2012

Peligros de la lectura y la soledad

De tanto leer esos libros, sus ojos comenzaron a adoptar el color opaco del papel viejo, lleno de párrafos en los que nadie volverá a reparar. Y cuando fueron a buscarla, ya era muy tarde. Se había fundido y ahora vivía entre el II tomo de Rouviere y unos apuntes de bioquímica. Al principio le traían comida, a veces le conversaban... como extrañándola. Con el tiempo, entre el trabajo y los quehaceres, se fue quedando sola para siempre, entre fibras de celulosa y tinta. 

3 sept 2012

Tuve un sueño...

Y estabas tú. Reías tranquilo, me mirabas. Yo a medio vestir miraba el reloj de la casa blanca. Te revolcabas entre las sábanas moradas, rehusándote a salir de ahí. Por la ventana entraban las nubes y el calor de un sol invernal. 
Veía tu espalda desnuda, con tu pelo que enredaba cada uno de mis pensamientos a ti. Escapaban de tu pecho mariposas azules, que con vuelos suaves salían por la puerta hacia el mar. Me quedé unos instantes mirando como se perdían en el horizonte, junto a un pequeño barco de papel. 
En el curioso camino que toman los sueños, te volviste hacia mi, y así tal cual como estabas me tomaste de una mano y salimos corriendo del pequeño refugio. 
Me agarré fuertemente de tu cuello y comenzaste a volar. Batiendo esas grandes alas un poco turquesa un poco cobalto. Me llevaste a lo más alto. Tu piel tibia y escamosa resbalaba entre mis piernas, abrazada a tu cuello sin miedo de caer, me llevabas a lo más alto...