Cuando de pronto aparece él. Precisamente él, con su pelo oscuro y revuelto. Con voz lenta y cansada me dice "vine, estoy muerto de sueño, pero vine". Sé que es temprano en la mañana, lo sé por su voz, por mi flojera. Sé que él ha dormido poco, un cierto insomnio, y se ha levantado temprano para venir. Lo invito al colchón, ahí bajo mis mantas. No tengo ninguna intención más que la de seguir durmiendo, pero ahora con él.
Allí, alejados del mundo, cerquita los dos, nos abrazamos. Ahora es de noche, porque la luz mortecina que entra desde la ventana solo puede ser atribuida a Selene. Él me abraza, rodeándome con sus brazos, yo me acurruco, me hago pequeña para caber en él. Me acaricia el brazo, dulcemente... quizá algo hablábamos.
Decido perderme en sus ojos, me doy vuelta hasta quedar de frente. Si, realmente nos besamos esa vez. Luego en el sueño me quedé dormida otra vez, entre su boca y su calor. Segura de que en la mañana seríamos nuevamente amigos, como siempre, pero ahora más que nunca.

